Yo, personalmente, estoy en contra de la abstinencia electoral. Es mi obligación ir a votar, y me gustaría ir y decir “él es el mejor, y creo que será el mejor líder para nuestro país”.
Sin embargo, (aún) ninguno me convence lo suficiente, y es muy probable que al llegar el día de las votaciones, esté en la misma condición. Y no soy el único, pues a mucha gente le pasa igual. Normalmente, cuando pasa esto, la gente no va a votar.
Pero el no ir a votar también muestra el desinterés político. Al ciudadano no le está interesando quién está en los partidos, cuál es su historia, quién será su siguiente líder. Así como puede no estar interesado, puede no tener tiempo. De cualquier manera, está ignorando su obligación y uno de los pilares conceptuales de nuestro país: la democracia.