sábado, 30 de mayo de 2009

Odio la estática


La vida es un cambio constante, muchas veces debido a la dinámica propia de los ambientes en donde nos desenvolvemos y también al espacio donde nos encontramos. Todo ello es parte inherente de nuestra cotidianidad, tanto que rara vez nos damos cuenta de lo que sucede al encontramos en un remolino contante de vivencias, hechos y tiempos.

Los días se convierten en semanas y las semanas dentro de los meses en años sin darnos cuenta, sin embargo cuando podemos tomar distancia a esta cotidianidad nos damos cuenta que el desplazamiento del espacio y su contraparte la vida acelerada llevandonos a entender que odiamos la estática.

En el momento que todo se queda sin movimiento, caemos en la cuenta de lo humano y frágiles de lo que somos y por lo mismo podemos entender que vuelan las reflexiones que son humanas como lo afirma Aristóteles al decir que “si no hubiera ningún ser humano no habría tiempo”.

Estos espacios de distancia evidentemente son espacios para reconfigurarnos a través de la acción.

El fauno
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